Rover 25 2.0 SDI (100 CV) 3p · 101 CV (2000-2003)

2000
Gasóleo
FWD
Manual 5v
Rover 25 - Vista 1
Rover 25 - Vista 2
Rover 25 - Vista 3
Rover 25 - Vista 4

Especificaciones y análisis del Rover 25

Potencia

101CV

Par

240Nm

Consumo

5.2l/100

Emisiones

-g/km

0-100 km/h

10.7s

Vel. Máx.

180km/h

Peso

1220kg

Precio

15,760

Resumen técnico

Combustible

Gasóleo

Transmisión

Manual 5v

Tracción

FWD

Plazas

5 / 3 puertas

Maletero

304 L

Depósito

50 L

Potencia

74 kW

Estado

Actual

Especificaciones técnicas

Motor

Potencia máxima101 CV / 74 kW
Par máximo240 Nm
Tipo de combustibleGasóleo
TransmisiónManual 5v

Capacidades

Depósito50 L
Maletero304 L

Análisis detallado del Rover 25 2.0 SDI (100 CV) 3p · 101 CV (2000-2003)

Descripción general

El Rover 25 2.0 SDI de 100 CV, lanzado en el año 2000, se presentaba como una opción compacta y funcional dentro del segmento de los utilitarios. Con su carrocería de 3 puertas, este modelo buscaba combinar la agilidad urbana con un toque de distinción que Rover siempre intentó imprimir en sus creaciones. Era un coche pensado para el día a día, con un motor diésel que prometía eficiencia y un rendimiento adecuado para la época.

Experiencia de conducción

Al volante del Rover 25 2.0 SDI, la sensación predominante era la de un coche honesto y sin grandes pretensiones deportivas. Sus 101 CV, entregados por un motor diésel de 1994 cc con turbo e intercooler, ofrecían una respuesta suficiente para moverse con soltura en ciudad y mantener cruceros decentes en carretera. La aceleración de 0 a 100 km/h en 10.7 segundos no era fulgurante, pero sí adecuada para el tráfico diario. La dirección, de cremallera, transmitía una sensación correcta de la carretera, y la suspensión, con McPherson delante y rueda tirada con elemento torsional detrás, buscaba un equilibrio entre confort y estabilidad. No era un coche que invitara a una conducción agresiva, sino más bien a un viaje tranquilo y eficiente, con un consumo combinado de 5.2 l/100km que resultaba atractivo para la época.

Diseño y estética

El diseño del Rover 25 de 3 puertas mantenía la esencia de la marca, con líneas que, aunque compactas, intentaban evocar una cierta elegancia británica. Sus dimensiones, con 3990 mm de largo, 1690 mm de ancho y 1420 mm de alto, lo hacían manejable en entornos urbanos. El frontal, con los faros característicos de Rover, le otorgaba una personalidad reconocible. El interior, aunque funcional, no destacaba por grandes lujos, pero ofrecía un espacio suficiente para cinco ocupantes y un maletero de 304 litros, práctico para el uso diario. Las llantas de 15 pulgadas con neumáticos 185/55 R15 completaban una estética discreta pero coherente con su propuesta.

Tecnología y características

En el apartado tecnológico, el Rover 25 2.0 SDI incorporaba lo esperable para un coche de su segmento y año. Su motor diésel de inyección directa con turbo e intercooler era una solución probada para ofrecer un buen equilibrio entre potencia y consumo. La transmisión manual de 5 velocidades era la opción estándar, sin grandes innovaciones pero efectiva. En cuanto a seguridad y confort, contaba con frenos de disco delanteros y tambor traseros, y estabilizadoras en ambos ejes. No era un escaparate de la última tecnología, sino un vehículo que se apoyaba en soluciones fiables y contrastadas para cumplir su función.

Competencia

En el mercado de principios de los 2000, el Rover 25 2.0 SDI se enfrentaba a una dura competencia en el segmento de los compactos diésel de 3 puertas. Sus principales rivales incluían modelos como el Volkswagen Golf TDI, el Ford Focus TDCi, el Opel Astra DTI o el Peugeot 206 HDi. Frente a ellos, el Rover intentaba diferenciarse con un toque de distinción en el diseño y una propuesta de valor que combinaba eficiencia con un cierto aire de exclusividad, aunque su precio de 15.760 euros lo situaba en una posición competitiva dentro del mercado.

Conclusión

El Rover 25 2.0 SDI de 100 CV fue un coche que, a pesar de las dificultades de la marca, ofrecía una propuesta sólida para aquellos que buscaban un compacto diésel eficiente y con un toque diferente. No era el más potente ni el más lujoso, pero cumplía con creces su cometido como vehículo de uso diario. Su motor diésel, su consumo contenido y su diseño característico lo convertían en una opción interesante para la época, un coche que, con el paso del tiempo, ha mantenido un lugar en la memoria de quienes valoran la sencillez y la funcionalidad con un toque de personalidad.